sábado, 25 de julio de 2015

Cóndor: Traslados, intercambios y muerte

Matrimonio Stoulman-Pessa y Ricardo Ramírez fueron detenidos hace 38 años en Buenos Aires


Testigos uruguayos en los causas contra represores del Plan Cóndor que se están llevando a cabo en Italia señalan falencias en los procesos judiciales y piden a su gobierno mayor involucramiento. teleSUR



Operación Cóndor: hallan restos en Chile de tres detenidos desaparecidos secuestrados en Argentina
Por : en Actualidad y Entrevistas 

En mayo fueron identificados los restos de tres víctimas chilenas de la Operación Cóndor: Ricardo Ramírez, Jacobo Stoulman y su esposa Matilde Pessa, secuestrados en Buenos Aires en mayo de 1977 para luego desaparecer sin dejar rastro. 38 años después, exámenes de laboratorio concluyeron que sus restos estaban entre los fragmentos de huesos hallados en 2001 en la Cuesta Barriga, en Chile. El hallazgo abre una nueva arista en la investigación del ministro Mario Carroza: corrobora el traslado e intercambio de detenidos usado por la DINA y el SIDE argentino en los ‘70 y ’80 para eliminar a disidentes.


Manuel Contreras y Augusto Pinochet
Manuel Contreras y Pinochet
Ricardo Ignacio Ramírez Herrera, Jacobo Stoulman Bortnick y la esposa de este último, Matilde Pessa Mois: los tres estaban en la lista de 25 personas por las que el juez Juan Guzmán le preguntó al general (r) Augusto Pinochet el sábado 25 de septiembre de 2004. Hacía sólo dos meses que la Corte de Apelaciones de Santiago había desaforado al ex dictador por su responsabilidad en la Operación Cóndor, un plan internacional de cooperación y acción conjunta que implementaron en las décadas del ‘70 y ‘80 los regímenes dictatoriales del Cono Sur para identificar, vigilar, capturar, secuestrar, torturar, eliminar y hacer desaparecer a opositores políticos, los llamados “subversivos”. Era en el contexto de esa investigación judicial que Guzmán interrogaba a Pinochet. El acta de esa declaración que duró apenas 25 minutos y que tres días después publicó El Mercurio, da cuenta de que Pinochet aseguraba no recordar nada de ese plan, que era una cosa de inteligencia, y por lo tanto, de mandos medios, y que “ni Cóndor ni nada de eso era problema mío”.
Sobre los muertos y desaparecidos que dejó ese plan de exterminio, afirmó:
-Yo era Presidente, no me iban a informar de cosas chicas.
Guzmán le volvió a preguntar: “¿Dio órdenes relacionadas con la detención, interrogación, tortura, traslado o desaparición forzada de las siguientes personas?”, y leyó uno a uno los 25 nombres de una lista de víctimas chilenas de la Operación Cóndor. Allí estaban Ricardo Ramírez y el matrimonio Stoulman-Pessa. El primero era comunista y estaba encargado de la organización y las finanzas del partido en la clandestinidad. Los otros dos no tenían militancia política, pero supuestamente habrían sido parte de un plan para ingresar al país fondos para la disidencia a la dictadura. Los tres fueron detenidos en Buenos Aires, Argentina, en distintas fechas de mayo de 1977. Ramírez cayó primero, secuestrado el día 16 junto a otros dos chilenos y cinco argentinos. Trece días después, el 29, Jacobo Stoulman y Matilde Pessa llegaron a esa ciudad y apenas bajaron del avión fueron detenidos. Simplemente se esfumaron: a los tres los hicieron desaparecer. Sobre ellos, Pinochet dijo:
-Yo estaba arriba. No daba órdenes relacionadas con las personas mencionadas. No conozco a ninguna de esas personas por las cuales se me pregunta.
Pasó el tiempo. Pinochet murió en diciembre de 2006, en su casa y sin condena. De los desaparecidos, hubo versiones sobre su destino, pero no noticias. Aunque eso cambió hace sólo unas semanas.
El 18 de mayo de 2015, a 38 años de que Ramírez desapareciera en Argentina, Valentina, su hija, recibió un llamado desde la oficina del ministro de la Corte de Apelaciones, Mario Carroza. Su padre había sido identificado. O al menos, lo que quedó de él. Se trataba de pequeños fragmentos de huesos que fueron encontrados en 2001 en la Cuesta Barriga, en Talagante. En la misma fosa había también parte de los restos de Jacobo Stoulman y Matilde Pessa. Sus hijas igualmente recibieron la llamada de Carroza.
-No nos dijeron nada por teléfono, pero nos citaron a la oficina del ministro. Estábamos con mis dos hermanas cuando nos dio la noticia: “Van a poder enterrar a sus papás”, nos dijo el juez Carroza. Nos miramos y no sabíamos qué decir. Nos quedamos mudas –cuenta Alejandra Stoulman, quien tenía 15 años cuando sus padres desaparecieron.
La identificación de Ramírez y los Stoulman-Pessa es clave para comprobar la verosimilitud del macabro relato que en 2007 hicieron a la justicia tres agentes de la DINA que operaron en el cuartel Simón Bolívar, en La Reina. Antes de que estos últimos hablaran, al menos respecto a Ramírez y las otras dos personas que fueron secuestradas con él el lunes 16 de mayo de 1977, la versión que entregaba el jefe del órgano represivo de la dictadura, el general (r) Manuel Contreras, era que habían sido arrestados por la inteligencia argentina y que los habían hecho desaparecer arrojando sus cuerpos al Río de La Plata (ver reportaje en La Nación).
Los agentes desmintieron a su antiguo mandamás y, revelaron una historia completamente distinta, pero que igual terminaba en muerte: una vez secuestrados en Buenos Aires, Ramírez y sus dos compañeros fueron traídos a Chile de forma encubierta para luego ir a parar al centro de torturas que operaba la Brigada Lautaro, uno de los grupos más sanguinarios de la DINA. Que allí los torturaron y los eliminaron con gas sarín. Que los enterraron en una fosa en Peldehue y que dos años después, en 1978, exhumaron sus cuerpos con una retroexcavadora y los llevaron a la Cuesta Barriga, en medio de la llamada Operación Retiro de Televisores.
De los Stoulman-Pessa era poco lo que se sabía: sólo que habían desaparecido en Buenos Aires. Pero la reciente y sorpresiva identificación de sus restos arma un relato diferente: el de una ruta que los trajo de vuelta a Chile y que terminó con un entierro ilegal en el mismo punto que Ramírez y sus compañeros. A la vez que se empieza a cerrar un capítulo para las familias, se abre uno completamente nuevo para la investigación que lleva el ministro Carroza; uno que confirma que hubo traslado e intercambio de detenidos entre los órganos represivos de las dictaduras que integraron la Operación Cóndor, para luego hacerlos desaparecer.

EL SECUESTRO DE LOS FINANCISTAS

Alexei Vladimir Jaccard Siegler
Alexei Jaccard Siegler (Fuente: www.memoriaviva.com)
La historia de los últimos días de Ricardo Ramírez Herrera y el matrimonio de Jacobo Stoulman y Matilde Pessa, parte en el aeropuerto de Ezeiza, con Alexei Vladimir Jaccard Siegler y su fallido viaje a Chile. Él era estudiante, tenía 20 años y desde el ’73 estaba exiliado en Suiza. Aunque era chileno, también tenía la nacionalidad de ese país. Allí se había casado hacía un año, en 1976, con Paulina Veloso Valenzuela, quien mucho después, ya en democracia y durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, se convertiría en ministra secretaria general de la Presidencia y luego en integrante del Consejo de Defensa del Estado (CDE). Jaccard militaba en el Partido Comunista (PC) y tenía por esos días una importante y peligrosa misión: volar de Suiza a Santiago con US$ 20.000 en efectivo en un maletín que debía entregar a los dirigentes del partido. Como no había vuelos directos, debía sí o sí pasar por Buenos Aires y allí coordinar el resto del viaje. Aterrizó el domingo 15 de mayo de 1977. Fue con su llegada que el operativo conjunto de la DINA con la Policía Federal Argentina se activó.
19 personas caerían durante esos días en las garras de la Operación Cóndor a ambos lados de la Cordillera de Los Andes. Siete chilenos, doce argentinos. Sólo hubo tres sobrevivientes.
Alexei Jaccard Siegler (Fuente: www.memoriaviva.com)

Los agentes no se dejaron caer de inmediato, sino que dejaron actuar a Jaccard. Sus contactos en Argentina eran otros dos chilenos: Ricardo Ramírez, que había llegado hacía poco desde Hungría para hacerse cargo de la organización y las finanzas del PC en Buenos Aires, y el también comunista Héctor Velásquez Mardones. Contaban también con el apoyo de un grupo de argentinos miembros del Comité de Solidaridad con Chile en Argentina. Todos sus pasos eran monitoreados.
Un día después, el lunes 16 de mayo, todo el plan para financiar al PC se vino abajo. Los tres chilenos fueron emboscados por la Policía Federal en plena Avenida 9 de julio, afuera del céntrico Hotel Bristol de Buenos Aires. Esa misma jornada, fueron secuestrados cinco de sus colaboradores argentinos. Los ocho desaparecieron. El dinero también.
Como Jaccard además era suizo, la embajada de ese país en Argentina solicitó la apertura de una investigación para dar con el paradero de su ciudadano desaparecido. Vino entonces otra etapa del operativo Cóndor: el montaje. Un reportaje publicado en Infojus señala que la policía argentina informó a la justicia que el viaje de Jaccard a Chile sí se concretó y que el 26 de mayo de 1977, doce días después de su secuestro, cruzó la cordillera en el vuelo N°630 de la empresa Varig, con pasaporte argentino. Por su parte, la Policía Internacional de Chile entregó reportes sobre supuestos viajes que Ricardo Ramírez habría realizado entre 1977 y 1983. Pero todo era mentira. Un engañó que ya la DINA y la dictadura de Pinochet ya habían hecho anteriormente con las víctimas de la llamada Operación Colombo, al hacer aparecer a 119 chilenos ejecutados y hechos desaparecer en Chile, como “asesinados por sus propios compañeros en el exterior”.
Los antecedentes que recopiló la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación para elaborar en 1992 el Informe Rettig, permitieron armar una primera hoja de ruta de lo que realmente pasó con Jaccard, Ramírez, Velásquez y sus socios argentinos. Tras su detención en las afueras del hotel, habrían sido llevados a un recinto de la Policía Federal y luego a la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA, que por entonces, era uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio más grandes y activos de Argentina y de toda Sudamérica. Al menos 5.000 personas fueron llevadas hasta ese recinto bonaerense para luego hacerlas desaparecer.
Dice el informe: “A la luz de estos y otros antecedentes se logró establecer que posteriormente a la triple detención en Buenos Aires de los militantes comunistas chilenos, los organismos de seguridad chilenos y argentinos desplegaron un arsenal de falsos documentos e informaciones para encubrirse mutuamente frente a la presión del Gobierno helvético que insistía en conocer lo sucedido a un nacional en tránsito”.
Ricardo Ramírez Herrera
Ricardo Ramírez Herrera (Fuente: Museo de la memoria)
Los represores aún no anulaban a toda la red de financiamiento del PC. Ruiter Correa Arce era un comunista de 61 años que tenía esposa, tres hijos y un kiosco de diarios en Santiago que servía de buzón para el intercambio entre la dirigencia externa e interna del partido. Así también consta en el Informe Rettig. Él habría participado en la coordinación del plan para ingresar el dinero al país. El 27 de mayo del‘77, a doce días del secuestro de Jaccard, Ramírez y Velásquez en Argentina, Ruiter Correa se esfumó mientras iba a almorzar. Su cadáver apareció al día siguiente en el lecho del río Mapocho.
En la lista de la DINA quedaban sólo dos personas por eliminar: Hernán Soto Gálvez, el “enlace financiero” del PC entre Argentina y Chile, y el empresario de origen judío Jacobo Stoulman Bortnick. Soto era un blanco fácil, y así quedó de manifiesto cuando a comienzos de junio de ese año lo secuestraron en San Miguel y lo hicieron desaparecer. De él no se supo más hasta que fue identificado en 2012 entre los restos encontrados en la Cuesta Barriga. Con Stoulman era distinto: a través de su empresa Cambios Andes, se había convertido en un prominente hombre de negocios en Santiago, especialmente en el circuito de inversionistas judíos. Hacerlo desaparecer en Chile era arriesgado. Hacerlo en Argentina, cuando viajara con su esposa, fue la opción.

LA MISTERIOSA DESAPARICIÓN DEL CAMBISTA

La última vez que a Jacobo Stoulman y Matilde Pessa los vieron con vida fue el domingo 29 de mayo de 1977, en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires. El avión de la aerolínea Braniff que abordaron en Santiago era aguardado por un grupo de agentes de seguridad chilenos y argentinos. Apenas tocó tierra, la aeronave fue desviada a una pista lateral. Los pasajeros tuvieron que bajar la escalera con su documentación en mano para su revisión. Cuando le toco a la pareja, los llevaron a un costado y luego los subieron a un vehículo que de inmediato se puso en marcha. Él tenía 43 años; ella 42. Dejaban tres hijas adolescentes: Jenny, Sara y Alejandra. Ninguno de los dos tenía militancia política.
El historial empresarial de Stoulman partió a fines de 1963, cuando creó la sociedad Agrícola y Avícola Las Rosas, con Eº20.000, de los cuáles él puso la mitad. Tres años después constituyó junto a dos socios una segunda empresa dedicada al sector agro-avícola y en 1970 se aventuró con una distribuidora de libros. Sus inversiones cada vez eran mayores y diversificadas, y las realizaba al mismo tiempo que trabajaba como ejecutivo del Banco Israelita. Al año siguiente emigró con su familia a Israel, pero sólo estuvo un tiempo. Volvió a Chile poco antes del Golpe de Estado y ya en dictadura, a mediados del ‘74, se asoció con el arquitecto Mario Paredes y el coreógrafo Samuel Winer para crear Paredes, Stoulman y Winer Ltda., o “La Escalera”, una empresa dedicada a la venta de ropa y artículos del hogar. Cada socio aportó Eº500.000 al capital inicial. Pero su despegue vino después, cuando en 1975 ingresó al rubro del turismo y, un año después, al mercado de divisas.


A fines del ’75 constituyó la Agencia de Viajes Toptour, junto a Mónica Fuenzalida. Meses después, en julio del ’76, el Banco Central lo autorizó a operar una casa de cambio junto a cuatro socios: Alfredo Barra, Enrique Chamorro, Juan Garnham y León Dobry. Un mes después nació Cambios Andes. Serían los movimientos a través de esa empresa los que habrían convertido a Stoulman en un objetivo de caza para la DINA.
Jacobo Stoulman (Fuente: radiosefarad.com)
Jacobo Stoulman (Fuente: radiosefarad.com)
Un reportaje publicado en Página/12 señala que la casa de cambios de Stoulman había captado importantes inversionistas en los meses que siguieron a su constitución. Entre ellos, el empresario minero de origen húngaro José Klein, tío del empresario Leonardo Farkas, quien supuestamente habría estado enviando fondos a través de Cambios Andes a la Democracia Cristiana y al ex Mandatario Eduardo Frei Montalva. Según el artículo, esa misma vía era la que tenía ideada el PC para ingresar a Chile los US$ 20.000 que traía Jaccard. Cierto o no, los movimientos de Stoulman eran seguidos de cerca. Su hija Alejandra declararía años después que antes de viajar a Buenos Aires, el empresario ya se había percatado de que lo estaban grabando y siguiendo.
Tras el secuestro de la pareja, su familia recurrió al abogado Ambrosio Rodríguez, a quien se le pagó para viajar a Argentina y averiguar su paradero. Rodríguez era un hombre cercano al régimen. Al poco tiempo se convirtió en asesor jurídico del Ministerio del Interior, y más adelante, en los ’80, fue nombrado Procurador General de la República. Después, cuando Pinochet fue desaforado y debió enfrentar a la justicia precisamente por las violaciones a los derechos humanos de los Stoulman-Pessa y otros miles de desaparecidos, Rodríguez fue parte de su staff de abogados. Hoy es presidente del Tribunal Supremo de Renovación Nacional.
En Santiago, Rodríguez se reunió directamente con el entonces coronel Manuel Contreras, el jefe de la DINA, quien le habría dicho que no sacaría nada cruzando la cordillera. En Argentina se juntó con el jefe de la red de la DINA en Buenos Aires, Enrique Arancibia Clavel, también vinculado al grupo que dio muerte al general René Schneider (1970) y condenado por el asesinato del ex comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats (1974). Un documento descubierto en 1986 por la directora de CIPER mientras investigaba el asesinato del general Carlos Prats y las huellas de Arancibia Clavel en el crimen (ver reportaje de CIPER), da cuenta de esa última reunión.

LA CARTA DE ARANCIBIA

El documento es un reporte fechado el 8 de julio de 1977, copia del que Arancibia Clavel envió a sus superiores de la DINA en Chile. Allí dice que Ambrosio Rodríguez se había contactado con altos mandos del Ejército argentino, quienes le habían indicado que el matrimonio Stoulman-Pessa “ya no existía”. También dice que la información oficial entregada por el Primer Cuerpo del Ejército Argentino, la unidad que controlaba la capital trasandina, “es que fueron entregados a funcionarios de la DINA”.
Esa última frase lo cambiaba todo, pero Ambrosio Rodríguez no trajo de vuelta a Chile esa información. No dijo nada a la familia Stoulman de la participación en el crimen del aparato represivo de la dictadura de Pinochet. En la reunión con Arancibia Clavel, el abogado habría dicho que el matrimonio había sido “vendido por Klein chileno vinculado con el caso Graiber” (sic). Esa era la versión que corría: que Stoulman habría estado vinculado a un supuesto plan de financiamiento de la insurrección guerrillera a través de secuestros en Argentina y Uruguay, liderado por el entonces fallecido empresario judío-argentino David Graiver. Rodríguez, al volver al país, siguió con esa tesis y paralizó cualquier intento de la familia de los desaparecidos por averiguar más.

Enrique Arancibia Clavel
Enrique Arancibia ClavelHabía entonces dos versiones sobre lo que habría pasado con los Stoulman-Pessa. La oficial que provino de Argentina y que entregó el régimen del general Jorge Rafael Videla, que decía que tras llegar a Buenos Aires, ambos fueron detenidos por sospecha, pero que el mismo día fueron liberados, que se hospedaron una noche en el Hotel Winston Palace y que luego dejaron el país para irse en avión a Montevideo, en Uruguay. La otra versión es más simple, sin tanto detalle: que después de aterrizar, fueron secuestrados y desaparecidos en Argentina.
Más adelante se sabría que ese hotel, el Winston Palace, estaba bajo el control del Batallón 601 del Ejército argentino, la contraparte operativa de la DINA en la Operación Cóndor al otro lado de la cordillera, y que servía como centro de detención provisorio para posteriores traslados, lo que calzaba con la versión entregada a Rodríguez.
Los socios del empresario chileno-judío en la casa de cambio declararon a la justicia que, tras el secuestro, se realizaron giros por hasta US$ 10 mil que habrían sido obtenidos por los captores con documentos firmados por el mismo Stoulman. Uno de ellos señaló que Ambrosio Rodríguez le dijo a la familia que esos fondos eran considerados como un “botín de guerra por los argentinos” (ver fallo de desafuero de Pinochet por Operación Cóndor).
En 1982, cuando Cambios Andes aumentó su capital de $4,9 millones a $6,9 millones, Stoulman figuró representado por su hermana Myriam, que suscribió un 35% del fondo social. Un año después se retiró de la sociedad, vendiendo la parte de su hermano desaparecido en $3,9 millones. En el ’84, en una escritura publicada en el Diario Oficial aparece el nombre de Jacobo Stoulman como si vendiera él directamente su participación en la agencia de viajes. La compró un tercero, que días después le revendió a la hermana de Stoulman, Myriam. Ella se hizo cargo desde entonces de las inversiones de Jacobo. Meses después, en octubre de 1985, a más de ocho años de su desaparición forzada, el 5ª Juzgado Civil de Santiago decretó por fin la muerte presunta de la pareja, solicitada por sus hijas.
Durante los años que siguieron, la información oficial fue que la DINA nada tuvo que ver en la muerte de los Stoulman-Pessa. Por eso en el Informe Rettig quedó escrito bajo sus nombres: “No existen antecedentes suficientes que permitan adquirir la convicción de que en su muerte hubo participación de agentes del Estado de Chile”. Pero la vieja carta del jefe de la DINA en Buenos Aires que murió en 2011 asesinado a puñaladas por un taxi boy, y la reciente identificación de los restos de la pareja en la Cuesta Barriga son elementos que permiten reescribir esa historia: sí hubo participación.

VUELVEN LOS DESAPARECIDOS

Matilde Pessa (Fuente: www.memoriaviva.com)
Matilde Pessa (Fuente: www.memoriaviva.com)
Cuando Alejandra, Sara y Jenny Stoulman llegaron a la oficina del ministro Mario Carroza, además del magistrado estaban también la asistente social Isabel Maturana y el abogado Rodrigo Lledó, ambos del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior. Poco antes las dos primeras habían recibido la llamada citándolas a una reunión. Alejandra contó a CIPER que no sabían de qué se trataba, pero que Jenny, la mayor, la única que no había entregado muestras de ADN para su comparación en el Servicio Médico Legal (SML) y la única que no recibió la llamada, lo entendió casi de inmediato: sus padres habían aparecido.


Después de que Carroza les dijera que por fin, después de 38 años, podrían darles sepultura a sus padres, les informó que la identificación de sus restos -entre los que fueron hallados en la Cuesta Barriga en 2001- había sido algo completamente inesperado. Ningún antecedente de la investigación apuntaba a que Jacobo Stoulman y Matilde Pessa hubieran vuelto a Chile tras su secuestro. El dato era que habían desaparecido en Buenos Aires, y nada más. Por eso, Carroza fue claro al señalar la importancia del hallazgo. Alejandra recuerda que les dijo: “Esto ratifica la existencia de la Operación Cóndor”.
La aparición del matrimonio Stoulman-Pessa, además de Ricardo Ramírez, corrobora la existencia de un mecanismo de traslado e intercambio internacional de detenidos entre los organismos represivos de las dictaduras del Cono Sur durante los ’70 y ’80. Se abre así una puerta que antes no existía para determinar qué sucedió realmente con ellos tras su detención y posiblemente con decenas de personas que desaparecieron víctimas de la Operación Cóndor y de las que hasta hoy no se sabe nada. Por eso Alejandra Stoulman asegura que, si bien el reencuentro con los restos de sus padres es el cierre de un capítulo que ha marcado la historia de su familia durante las últimas cuatro décadas, es también la apertura de otro en la búsqueda de la verdad.
-Ha sido muy fuerte y doloroso, pero nos tranquiliza ver que la investigación sigue abierta y avanzando –dice.
El viernes 29 de mayo de 2015, cuando se cumplían exactos 38 años desde que los Stoulman-Pessa fueron secuestrados y desaparecidos en Buenos Aires, en el SML sus hijas recibieron dos urnas, y en cada una, pequeños restos óseos. No los vieron. Alejandra explica que es tradición de la religión judía no ver a los muertos y recordarlos cómo eran en vida. Estaba toda la familia. Había también amigos y personas que han estado vinculadas al caso. Paulina Veloso, entre ellos, que del paradero de su marido, Alexei Jaccard, aún no tiene noticias. Al salir, todos se encaminaron al Cementerio Israelita. Ese día les dieron el entierro que tanto anhelaban.




La DINA tras el dinero del Partido Comunista

Punto Final


Desde mediados de 1976, en plena arremetida represiva contra el Partido Comunista, la dirección de la Dina trataba de identificar y capturar a los encargados de finanzas de ese partido para apoderarse de los dineros que llegaban desde Europa. Parte de esos fondos eran administrados en Santiago por operadores financieros vinculados a la comunidad judía.
El 23 de julio de 1976, agentes de la Dina detuvieron a Clara Canteros Torres, 21 años, laboratorista, quien trabajaba en una lavandería propiedad del PC y ayudaba a su padre, Víctor Canteros, en la estructura de finanzas del partido. Esa misma noche fue detenido su tío, Eduardo Canteros Prado. La muchacha está desaparecida hasta hoy y los restos de Eduardo aparecieron en Colina en 1990, en un fundo que en 1976 pertenecía al ejército.
Entre enero y septiembre de ese año, más de setenta comunistas fueron detenidos y desaparecieron en los cuarteles de la Dina. Los interrogadores de la Brigada Lautaro, instalados en el cuartel de la calle Simón Bolívar, consiguieron mediante prolongadas y brutales torturas algunos datos claves que permitieron a los analistas de la Dina identificar a uno de los principales operadores de fondos del PC en Santiago: el cambista de monedas Jacobo Stoulman Bortnik.
En los últimos meses de 1976, la Dina logró infiltrar en Francia y Suiza a una de las redes que el PC tenía para transportar fondos a Chile. Jacobo Stoulman viajó a Francia el 18 de noviembre. En el mismo avión iba el mayor Raúl Iturriaga Neumann, uno de los oficiales más cercanos al coronel Manuel Contreras, jefe de la policía secreta de Pinochet. Iturriaga, vestido de civil, viajaba con la falsa identidad de Eduardo José Rodríguez Pérez.
A comienzos de 1977, los agentes de la Dina que vigilaban la red internacional del PC se enteraron que un correo viajaría a Buenos Aires. En Argentina lo esperaba una nueva estructura que se preparaba para asumir la conducción del partido en Chile, en reemplazo de la segunda dirección que había caído en manos de la Dina en diciembre de 1976.

SECUESTROS EN BUENOS AIRES
El 16 de mayo de 1977 aterrizó en Buenos Aires un chileno con pasaporte suizo llamado Alexis Jaccard Siegler, el correo del PC que transportaba un maletín con una cuantiosa cantidad de dólares. Se hospedó en el hotel Bristol y en las horas siguientes fue secuestrado por un comando de la red Cóndor, integrada por agentes chilenos y argentinos. El mismo día detuvieron al chileno Ricardo Ramírez Herrera y a un comerciante argentino que lo alojaba, Marcos Leder, de 70 años, y a su hijo Mauricio. Los tres desaparecieron.
Ramírez Herrera, jefe del aparato de inteligencia del PC, había logrado escapar del Comando Conjunto en 1975 asilándose en la embajada de Hungría, cuyos intereses estaban a cargo de Austria, y logró salir a Europa en marzo de 1976. En mayo de 1977, Ramírez esperaba a Jaccard en Buenos Aires para recibir la remesa de dólares y viajar luego a Santiago, donde asumiría un cargo en la dirección clandestina del PC.
La cacería de la red Cóndor siguió el 17 de mayo con la detención del comunista chileno Mario Clar y su hijo Sergio. De los dos nunca más se supo. Poco después cayó el chileno Héctor Velázquez Mardones y su empleador, el argentino Rodolfo Sánchez Cabot.
El 20 de mayo por la tarde, un comando operativo que vigilaba el local central del PC argentino en Buenos Aires, en la esquina de las calles Callao y Sarmiento, secuestró a siete militantes porteños que abandonaban el recinto. Tres fueron liberados. Los otros cuatro -Luis J. Cervera Novo, Ricardo Isidro Gómez, Carmen Candelaria Román y Juan Cesáreo Arano-, están desaparecidos.
En Santiago, los agentes de la Dina atraparon a uno de los responsables de finanzas del PC, Enrique Ruiter Correa Arce, ex secretario del director del diario El Siglo , y propietario de un kiosco de diarios situado en la intersección de las calles Manuel Rodríguez con Alameda, pantalla que servía para distribuir dineros entre los cuadros partidarios. El 28 de mayo, el cadáver de Correa apareció flotando en el río Mapocho.

LOS ESTABAN ESPERANDO
Al día siguiente, domingo 29 de mayo, Jacobo Stoulman y su esposa, Matilde Pessa, aterrizaron en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires a bordo de un avión Braniff. Tras bajar la escalerilla, varios hombres de civil les rodearon y condujeron a un Ford Falcon de color verde. Se perdieron para siempre.
A los 43 años de edad, Jacobo Stoulman Bortnik era el menos anónimo de los secuestrados. Sin militancia política conocida, inteligente y seductor, en sólo ocho meses, en 1976, su empresa Cambios Andes, de Agustinas al llegar a Ahumada, había captado a los más codiciados inversores, en particular de la comunidad judía. La Dina sabía que Stoulman manejaba dinero de grandes inversores, los suyos propios y los que el financista chileno-húngaro José Klein -tío del ahora famoso empresario minero Leonardo Farkas Klein- pudiese haber enviado a través de Cambios Andes para apoyar a partidos que empezaban a organizar una oposición a la dictadura.
En los días siguientes, los agentes de la Dina, en conjunto con funcionarios de la Cancillería, falsificaron la salida de Alexis Jaccard y de los Stoulman Pessa desde Argentina, usando falsos registros de hotel y documentos de inmigración. Los papeles adulterados mostraban a Jaccard viajando a Chile pocos días después de su arresto, y enseguida partiendo de Santiago a Uruguay.
La última operación importante de la Dina terminó el 7 de junio en Santiago, con la captura de Hernán Soto Gálvez, encargado local de las finanzas del PC, quien hasta hoy está desaparecido. Soto, quien llegaba de Buenos Aires, fue capturado en la Gran Avenida poco antes de hacer contacto con un compañero que lo esperaba a escasos metros del lugar de detención.

EVIDENCIAS QUE CONDENAN
En vano esfuerzo por rescatar al matrimonio Stoulman-Pessa, miembros de su familia pagaron miles de dólares a diversas personas. Entre ellas al abogado Ambrosio Rodríguez, cercano a la dictadura, quien hizo estériles gestiones a ambos lados de la cordillera.
Uno de esos contactos fue con el agente de la Dina en Buenos Aires, Enrique Arancibia Clavel, quien el 17 de julio reportó ese encuentro en un mensaje a Santiago: “Con fecha 8/7/77 se contactó conmigo Ambrosio Rodríguez, quien me planteó que su permanencia en Buenos Aires peligraba debido a que estaba haciendo averiguaciones sobre un matrimonio de origen judío de apellidos Stoulman Pessa. Aparentemente Rodríguez tomó contacto con altos jefes del ejército argentino en el área Seguridad, los que le indicaron en forma indirecta que este matrimonio ‘ya no existía’… El informe oficial del Primer Cuerpo del Ejército argentino es que fueron entregados (los Stoulman-Pessa) a funcionarios Dina”.
En las semanas y meses siguientes, los familiares más cercanos de los Stoulman-Pessa comprobaron que las numerosas cuentas que el cambista mantenía en diversos bancos del mundo, habían sido vaciadas. Hasta hoy se ignora el monto de aquellos depósitos, pero conocedores del tema los calculan en decenas de millones de dólares.
Según ha reconocido el Partido Comunista de Chile, hacia fines de 1976 y con el objetivo de trasladar a Chile fondos provenientes del exterior había organizado un complejo mecanismo clandestino cuyo nexo sería, precisamente, Jacobo Stoulman. “El nunca supo el origen ni destino que tendrían esos dineros”, declaró el dirigente comunista Carlos Toro, ya fallecido.
Por otra parte, un funcionario internacional enviado desde Suiza a investigar la desaparición de Alexis Jaccard, fue seguido y amenazado en Buenos Aires y debió ser escoltado por una diplomática helvética hasta el avión que lo llevó de regreso a su país. Jaccard estaba casado con Paulina Veloso, quien 28 años después sería ministra de la Segpres en el primer gobierno de Michelle Bachelet.
Con parte de los fondos saqueados a Stoulman, la Dina financió su red fuera de Chile a través de la empresa pantalla Pedro Diet Lobos y Cía., que operaba en Santiago y Buenos Aires y cuya constitución, en noviembre de 1977, reveló la periodista Mónica González en 1989 en la revista Análisis .
Juan Pablo Moreno, ex funcionario de Cepal, quien investigó la desaparición de Stoulman junto con el periodista Iván Cabezas, concluyó que los papeles notariales de la empresa Pedro Diet estaban entre la documentación incautada al agente de la Dina en Buenos Aires Enrique Arancibia Clavel, en 1978. En esa sociedad ejercía la presidencia el mayor Raúl Iturriaga Neumann, a cargo de inteligencia económica de la Dina. Entre los directores de la sociedad figuraba uno de los hijos de Pinochet, el capitán (r) Augusto Pinochet Hiriart, que protagonizó tiempo después bullados escándalos y turbios negocios.
Moreno también aportó otro indicio: “Augusto Pinochet hijo, un año y medio después de los secuestros, compró cuantiosos bienes e invirtió en una empresa constructora (a través de su mujer, Verónica Molina) cerca de 1,5 millones de dólares”.

EL FINAL
Durante 38 años los familiares del matrimonio Stoulman Pessa, los de Ricardo Ramírez y los de otros chilenos desaparecidos en mayo de 1977 en Buenos Aires, los buscaron infructuosamente. Creyeron más de alguna vez que los cuerpos de sus deudos habían sido lanzados al Atlántico o a algún río de las inmediaciones de la capital argentina, o quizás sepultados en un páramo lejano y desierto. En el mes de mayo de este año, sin embargo, las tres hijas de los esposos Stoulman-Pessa y los hijos de Ramírez Herrera fueron citados por el juez Mario Carroza, quien lleva varios casos de violaciones de los derechos humanos. El magistrado les comunicó que en la cuesta Barriga, en una mina abandonada, se encontraron restos óseos y que algunos correspondían al matrimonio Stoulman Pessa y a Ricardo Ramírez. No había dudas, el Servicio Médico Legal había hecho los peritajes correspondientes. Ahora, finalmente, podían sepultarlos en suelo chileno.
La terrible verdad era que la red Cóndor que operaba en Argentina los había entregado a la Dina en la frontera, presumiblemente en lo que hoy es el paso Los Libertadores. De allí fueron trasladados al cuartel Simón Bolívar donde continuaron las feroces torturas. Luego fueron asesinados y sus cuerpos escondidos en un oscuro boquerón de la cuesta Barriga, en el valle de Curacaví, a pocos kilómetros de Santiago

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 832, 10 de julio, 2015
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 SECUESTRO EN PLENO EZEIZA
Las dos manos del Cóndor

Página/12 revela por primera vez el increíble caso Stoulman, un chileno vinculado a las finanzas comunistas desaparecido en Buenos Aires. Cómo colaboraban la inteligencia chilena y la argentina en la dictadura.
Jorge Rafael Videla, que en 1977 llevaba sólo un año como presidente de facto de la Argentina. Augusto Pinochet Ugarte, ex presidente de Chile. Necesitaba que la operación fuera en Buenos Aires.

Por Lila Pastoriza t.gif (862 bytes) Aeropuerto de Ezeiza, domingo 29 de mayo de 1977. El avión de Braniff procedente de Santiago de Chile detuvo sus motores en una pista lateral. Ante los agentes de seguridad que rodeaban la escalerilla, los pasajeros descendieron, documentos en mano. Por última vez en su vida, Jacobo y Matilde Stoulman sintieron el roce del viento que alborota el pelo en los aeropuertos. Abajo, cuando presentaron los pasaportes su suerte quedó sellada: en un movimiento casi imperceptible para los demás pasajeros, fueron conducidos a un automóvil que partió de inmediato. Comenzaba así el caso mas misterioso del Plan Cóndor, pieza clave de un operativo criminal a ambos lados de los Andes que compromete directamente a Pinochet y Videla. 

 


A los 43 años Jacobo Stoulman Bortnik era, paradójicamente, el menos anónimo de los personajes. Sin militancia política, inteligente y seductor, en sólo ocho meses su empresa Cambios Andes había captado a los más codiciados inversores, en particular los de la comunidad judía. Estrella en alza del mundo financiero, Stoulman no podía ser secuestrado en su país sin que se armara un escándalo. La DINA chilena, la poderosa central de inteligencia de Manuel Contreras que asesinó a Orlando Letelier en Washington, buscó la captura por el golpe político y por el rédito económico. La policía secreta sabía que Stoulman manejaba los dineros de los grandes inversores locales, los suyos propios y los que el financista chileno-húngaro Klein pudiese haber enviado a través de Cambios Andes para el Partido Demócrata Cristiano y el ex presidente Eduardo Frei Montalva. Y, además, había detectado que el cambista sería el intermediario de un operativo financiero del Partido Comunista chileno para ingresar al país fondos que rearmaran su estructura.

Efectuar el secuestro en Chile podía arriesgarlo todo. Entonces entró en acción el Plan Cóndor que, como todos los de la conexión chilena de la coordinación represiva en el Cono Sur abundaba en misterios.

En el caso Stoulman la inteligencia operó para demostrar que el matrimonio había proseguido tranquilamente viaje a Montevideo, versión que dio oficialmente a la cancillería chilena en un cable firmado por Videla y, después, inexplicablemente "extraviado". Junto con esto se desplegó una acción psicólogica exitosa. El boca a boca --y en especial el dirigido a la comunidad judía-- travistió a Stoulman en una suerte de demoníaco Graiver chileno, que traficaba fondos recolectados en secuestros subversivos en aras de la célebre "conspiración judeo-bolchevique apátrida" y que, por supuesto, estaba relacionado con el caso Graiver-Montoneros. Instalada esta versión, que "justificaba" así su secuestro por los militares argentinos y liberaba a la DINA de toda responsabilidad, nadie --salvo sus hijas y un hermano de Matilde-- osó reclamar por su suerte. Menos aun los grandes financistas, cuyas inversiones habían sido prolijamente detectadas por la DINA.

Revelaciones

En realidad, el cerco había comenzado a cerrarse sobre los Stoulman 13 días antes de su viaje. El 16 de mayo, al capturar en Buenos Aires al responsable de finanzas del PC chileno aquí, Ricardo Ramírez Herrera, el Cóndor lanzaba un operativo que incluyó el secuestro de diecinueve personas, de las cuales sólo sobrevivieron tres. En la capital argentina fueron desaparecidos, además de los chilenos, nueve militantes del PC argentino. Recién ahora, al esclarecerse el caso Stoulman, aparece el vínculo entre todos estos crímenes.

Según ha reconocido últimamente el Partido Comunista chileno, hacia fines de 1976 y con el objetivo de trasladar a Chile fondos provenientes del exterior había organizado un complejo mecanismo cuyo nexo sería, precisamente, Jacobo Stoulman. "El nunca supo el origen ni el destino que tendrían esos dineros", relató el dirigente comunista Carlos Toro, quien estimó en un millón de dólares la suma que aquél recibió. El plan incluía el viaje del joven economista suizo-chileno Alexei Jaccard, residente en Suiza, a quien Ramírez Herrera instruiría en Buenos Aires.

Pero sólo se cumplieron los pasos iniciales. Según Gladys Marín, secretaria del PC trasandino, el operativo había sido infiltrado por la DINA en Europa.

El Cóndor vuela

Los movimientos de la inteligencia fueron precisos e implacables.

* El 15 de mayo Alexis Jaccard desembarcó en Ezeiza y se alojó en el Hotel Brístol. Fue secuestrado.

* El 16 por la noche, un grupo represivo que llevaba a Ricardo Ramírez Herrera irrumpió en el departamento de quien lo alojaba, el comerciante argentino Marcos Leder, de 70 años, a quien secuestraron, raptando luego a su hijo Mauricio. Los tres desaparecieron.

* El 17, cerca de mediodía, Mario Clar, militante del PC, fue "levantado" por policías que lo liberaron luego. Pasada la medianoche, fue secuestrado junto con su hijo Sergio, en el departamento de éste. Nunca se supo de ellos.

* También fueron "desaparecidos" en esas fechas el chileno Héctor Velázquez Mardones y su empleador, el argentino Rodolfo Sánchez Cabot.

* El 20 de mayo por la tarde, un comando operativo que desde temprano vigilaba el local central del Partido Comunista de la Capital, ubicado en Callao y Sarmiento, secuestró a siete militantes que salían. Tres de ellos fueron liberados. Los otros cuatro --Luis J. Cervera Novo, Ricardo Isidro Gómez, Carmen Candelaria Román y Juan Cesáreo Arano-- siguen desaparecidos.

* En Santiago de Chile, a las orillas del río Mapocho, apareció el 28 de mayo el cadáver de Enrique Ruiter Correa Arce, del aparato financiero del PC. El día 29 fueron secuestrados los Stoulman en Ezeiza. El 7 de junio fue capturado en Santiago Hernán Soto Gálvez, encargado de finanzas del PC chileno.

En esta secuencia delictiva abundaron las acciones de ejecución compartida. Agentes de los dos países participaron en el secuestro de Ezeiza y los ministerios de Relaciones Exteriores encubrieron todo el operativo. El funcionario internacional enviado desde Suiza a investigar sobre Jaccard, perseguido y amenazado en Buenos Aires, debió ser escoltado hasta el avión por una diplomática helvética.

Los chilenos Juan Pablo Moreno e Iván Cabezas relatan que en marzo de 1996 el rabino Angel Kreiman les dijo que un alto oficial militar de origen judío lo había instado a no seguir con el caso Stoulman ya que "el secuestro era un problema de seguridad nacional que había sido convenido directamente por teléfono por los generales Pinochet y Videla".

Capturar a Stoulman, apoderarse del dinero de sus cuentas y golpear a la resistencia antipinochetista cobró siete víctimas chilenas y, por lo menos nueve entre los comunistas argentinos. Al unir las piezas de este rompecabezas queda expuesto un operativo de ejecución imposible sin la ingerencia directa de los jefes de gobierno de ambos países, un operativo concertado entre la DINA de Contreras y la inteligencia militar autóctona que dependía, según la cadena de mandos, de su par Carlos Alberto Martínez. Un trabajo decisivo de Augusto Pinochet y Jorge Videla, las dos caras del Cóndor.








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