jueves, 17 de diciembre de 2009

Es peligroso tener razón

Cuando el gobierno está equivocado



Si bien discrepo con algunas de las afirmaciones de Daniel Caserta coincido bastante con otras.
Hace bastante tiempo que vengo hablando y escribiendo sobre cómo somos en el presente los uruguayos. ¿Cuánto horror habrá que ver?
¿Cuántos golpes recibir? ¿Cuánta gente tendrá que morir?
¿Lograremos alguna vez cambiar; o seguiremos estancados hasta el fin de nuestros días?
Es indignante las cosas que ocurren en nuestro país, pero seguimos indiferentes andando por la vida, el no ver o el no querer ver, es ya un sello propio en nuestro idiosincrasia o incultura actual. La impunidad nos dominó totalmente, nos hizo jaque mate o no supimos o no pudimos dar vuelta la jugada, patear el tablero.
Aprendimos a convivir con Doña Impunidad y nos ganó la pulseada.
Se arraigó a nuestras vidas como pa' quedarse definitivamente.

Ella está presente en todos nuestros movimientos cotidianos.

Cuando subimos a un ómnibus amontonado como ganado, y el guarda nos grita "al fondo", "sigan pasando".
Y apretados como sardinas en lata seguimos empujando, pisoteando, dando codazos al de al lado; allí está presente.
Cuando sube una mamá con un bebé en brazos o una viejita, todos se hacen los boludos y miran para afuera de la ventanilla, mientras el guarda acomoda las monedas. Y si alguien de los que vamos colgados en la montonera, no pega un grito, nadie levanta el culo del asiento. Eso es impunidad.
Cuando vas hacer un trámite a una oficina pública y el funcionario te ladra, no pone voluntad para buscar vías de que el trámite camine.

Preocuparse por los problemas que reclaman una solución urgente, OLVIDATE, no lo hacen; es el sistema, no les interesa. Allí está presente Doña Impunidad.
Cuando se le delega un poco de poder a un compañero tomará todo el comando de las acciones sin consultar a nadie, sintiéndose AMO Y SEÑOR ABSOLUTO, de la situación y se sentirá muy incomodo si alguien le sugiere una idea propia o intercepta su camino, pues en su mente no se le ocurre que haya alguien que lo pueda hacer mejor que él o que sea más eficaz y honesto en su trabajo.

Tampoco falta Doña Impunidad. Vivimos en un tiempo de desestructuración. El fin justifica los medios.
La deshumanización es un factor importantísimo, el egoísmo, el pensar solamente en lo personal, el vivir dentro de una Sociedad de Consumo nos vacían. De ahí que no nos importe nada y tal vez sin darnos cuenta, fortalecemos la Impunidad.

El comportamiento que mostramos hoy los uruguayos representa el inconsciente, lo imposible, lo prohibido, el acertijo que nos devuelve lo que más odiamos y amamos de nosotros, para que hagamos algo con eso, o lo ignoremos, lo desperdiciemos, usufructuemos o lo regalemos a otros para que se hagan cargo.

¿Por qué crece la violencia a todo nivel? Hoy van a robar un kiosco, una casa, un trabajador que viene caminando o un supermercado; menores armados, y matan nomás.
Aprietan el gatillo y la bala se dispara sin destino cierto. Al que le toca, le toca.
Lo más triste que la mayoría de las veces son gurises los protagonistas de estos hechos. Y más allá que se caguen la vida para siempre, no surgen soluciones para parar estos actos tan execrables como los que vienen ocurriendo, más que adjetivos merecen un reclamo pero preferimos callar, el "hace la tuya" nos convierte en cómplices de la Impunidad del Sistema.

El odio global nos va arreando como ovejas en manadas y todos seguimos balando, no surgen ovejas negras que se salgan del montón y busquen cambiar la historia. Impunidad son las privatizaciones.

El deporte, el carnaval, al privatizarse, todo se pudre. Todo aquello que ah sido popular, incluso despreciado por la clase media y media alta, le fue arrebatado al pueblo, al pobrerío. Está en manos de corruptos de antes, y los nuevos herederos del Sistema, al tener menos posibilidades de socialización nos obligan a aislarnos. Vivimos de la puerta de casa para adentro; eso nos va marginando convirtiéndonos cada vez en personas más solitarias.

Los valores, y códigos de barrio en mi niñez inalterable, se diluyeron en el tiempo. Fueron desaparecidos. Pobres contra pobres no existía. Hoy nos matamos entre nosotros. Le erramos de cabo a rabo cuando intentamos elaborar o formar un grupo de alternativas a este Sistema perverso, no tenemos capacidad de integración, de llegar a los demás, y ampliar las respuestas.

En lugar de abrir la cancha por el contrario se marca la cancha y ya entramos perdiendo. Cuando hay que salir a ganar de forma urgente.
Es que hay una mentalidad de pequeño burgués, en expansión por el Uruguay.
Conozco a unos cuantos que mucho hablan de la Clase Obrera, pero poco han trabajado, menos de obreros. Hablan en contra de la burguesía, pero de alguna manera pertenecen o pertenecemos a ella.

Es como una zona en medio de algo, ni burgués ni proletario. ¿Qué diablos somos? No tengo respuestas.


MM

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